Thursday, February 15, 2007

Las vacas, sus peos y el ambiente


Picture courtesy of Flikr.com

Hace un tiempo, Kahlua publicó un post muy interesante sobre el calentamiento global. Muchos de los que tomamos el tiempo para dejar comentarios, coincidimos de que es un problema sumamente serio con el que se debe lidiar inmediatamente. Comenté entonces que, la situación se presenta tan crítica, que "tengo miedo hasta de tirarme un peo". En ese entonces, mi intención fue darle un tono cómico a algo que realmente me asusta. Es mi forma de prevenir los ataques de pánico y ansiedad que me causa todo esto. De todas formas, el chistecito vino a darme una nalgá cuando, buscando más información sobre el tema, encontré la siguente pieza:

Ethanol plants powered by cow gas, trash catching on
By NATE JENKINS
Free New Mexican
January 22, 2007

MEAD, Neb. (AP) - Ranchers have long been fond of saying cattle manure smells like money. Now, folks in the business of making ethanol are smelling dollars too: in the methane gas emitted by manure at large cattle feedlots and dairies.

El reportaje continua aquí...


Entiendo entonces que, de no funcionar esta alternativa tan innovadora, siempre podemos recurrir a esto.

Wednesday, February 14, 2007

A Cupido que se ande listo...


Treinta y un años de vida y, el que sea testigo de la crísis que la simple mención del día de San Valentín provoca en mí, pensará que solo tengo trece. Mas está de mencionar que mañana se presentará y me cogerá en la puta pelota, con las manos atadas, y sin poderme tapar lo vergonzoso. En términos más sencillos: no compré nada para Ares.

Se me cae la cara de vergüenza, y para alguien que no la tiene, esto en un suceso casi milagroso. No tengo excusa, punto. Sin embargo, la necesidad de justificar mi falta me lleva a intentar lo imposible:

  1. Se me olvidó. Honesta pero, considerando que las decoraciones de San Valentín andan plasmadas en todos lados desde el 26 de diciembre, no tendré argumento valido.
  2. No tuve tiempo. En otras palabras: lo dejé para después con la esperanza de que el mañana me rindiera el tiempo que no tuve hoy para hacer lo que debí de haber hecho ayer.
  3. El día de San Valentín no es real, sino un día pagano del que no debemos ser partícipes. Esa me hubiese salvado si el conocimiento de Ares sobre temas de esta índole fuese tan básica como la mía, que tilda casi de ignorante.
  4. Quiero apoyarte, así que cero chocolates para no descarrilar tu dieta. Considerando que Ares se come hasta lo que -a sabiendas- no le gusta, esta me la tendré que comer yo. Además, mi primo trabaja para Hershey’s, así que en casa SIEMPRE hay chocolate.
  5. No quise ser partícipe de la deforestación global, así que no te compré tarjeta ¡Sea la madre de las tarjetas virtuales!

La realidad es que, entre la compra de la casa, la mudanza pautada para el lunes, el negocio, los niños, las tareas del hogar, y las novelas que todos a mi alrededor parecen estar viviendo (y de las cuales me hacen partícipe), no tengo las más puta idea del día en que vivo. Lo más triste del caso es que, el lunes pasado, Ares llegó a la casa con una fresa cubierta en chocolate como regalo de San Valentín. Me explicó que me regalaba la fresa entonces por si el miércoles no le rendía el tiempo para llevarme a cenar, ya que su agenda de trabajo no le permitirá ni un respiro mañana, además de que yo pasaré la mayor parte del dia limpiando la monstruosidad de casa que acabamos de comprar. Me lo imagino, como ratoncito en jaula, dando vueltas en el supermercado: "¿Bizcocho? No. ¿Chocolates? No. ¿Vino? No. ¿Tarjetas? No." Busca que busca, en una crisis casi de vida o muerte, intentándo encontrar algo, cualquier cosa que lo redimiera de la situación desesperada en la que se encontraba. De momento -¡eureka!- su bombilla cerebral prendida instantáneamente al pasar por el display de fresas: “¡Ajá! ¿Que lindo gesto de mi parte, verdad? Pequeño pero genial ¿Se dará cuenta Lyllia de mi plan maquiavélico para salir de un compromiso impuesto?” No importa como se desenvuelva tal escena en mi mente, la realidad de la situación es que Ares planificó algo. Y ese algo es más de lo que yo le presentaré mañana.

Me pregunto si mañana notará Ares como flota Cupido, su pañal embarrado de vergüenza, sus cachetes rojos, apuntándole al corazón con su flecha partida. Entonces, para su disfrute, su plan funcionará. En cambio, quedaré yo en total decepción ante la falta del detalle que no presentaré. Ese despliegue concreto, comprado, inspiración tangible de otra mente, de otro corazón; representación táctil de lo infinito de mi amor por él. En todo caso, ya es demasiado tarde para mí. Aquí estoy, con las manos completamente vacías, a las 11:56 en la noche, víspera del único día que los otros 364 del año nos permiten para dedicar al amor públicamente.

En cuatro minutos, el mundo comenzará su baño en chocolate, amantes jóvenes aspiraran el helio de las bombas que intercambiaron y, entre risas pendejas, se dedicarán canciones de reggaetón que bajaron del Internet –ilegalmente- la noche anterior. Hallmark verá su margen de ventas volar como puta en viaje de ácido. Las floristerías no darán abasto vendiendo rosas rojas que, en días previos, vendían a una cuarta parte del precio que cobrarán hoy. Los más fanáticos se vestirán de rojo a pesar de que el color acentúa sus arrugas y de que así comprometen su posición política:”Que todo sea en nombre del amor”, se les escucha murmurar mientras planchan la camisa. Las oficinistas esperarán flores de sus amantes, enviadas como inversión en efectivo para la sesión de sexo que esperan devengar en la noche: “Seguramente, la caja de chocolates en forma de corazón la ablandará y hasta me deje grabar la chichada con la cámara de video.”, se repiten a si mismos mientras la caja registradora marca $14.99 cargado a su tarjeta Visa. Diamantes ensortijados –redondos, cuadrados, grandes, diminutos- flotarán de mano en mano, y con cada propuesta, una pareja añade su nombre al cliché de los que se comprometen en un día tan cargado de expectativas soeces. Si es amor lo que buscamos, entonces ¿por qué valorarlo con la fragilidad de un solo día, flores ya muertas, chocolates empalagosos y mensajes comprados?

Mañana al despertar, como todos lo días, me voltearé entre risas, le presentaré a Ares mis manos vacías, le acordaré que -en mi vida- el es mi tiempo, le regalaré el más dulce de los besos, le dedicaré un poema escrito en mi corazón y le demostraré que Cupido lo tenía todo fríamente calculado.